Como cada año el primer viernes después de ceniza tenia lugar el ya tradicional Vía Crucis con la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. El acto, con el que la Cofradía de los Ferroviarios comienza a vivir la cuaresma, se iniciaba en el interior de la Parroquia de San Juan de Letrán dónde tenía lugar la celebración de la Eucaristía presidida por consiliario de la hermandad, D. Antonio Gutiérrez.
Al termino de la misma, los hermanos y devotos del crucifado que tallara Antonio Díaz se trasladaban hasta el patio de la parroquia donde, en la zona cubierta, esperaba la venerada imagen del Crucificado de San Juan de Letrán. Un crucificado que en esta ocasión había sido colocado en el paso que habitualmente se utiliza para la salida procesional que realiza la Virgen del Amor y el Trabajo por el barrio de Los Pajaritos. El exorno floral estuvo compuesto por flores malvas y moradas dispuestas a los pies de la cruz y en la zona trasera de paso, el cual iba iluminado por dos farolillos que acentuaban rictus solemne del acto.
Al filo de las nueve de la noche se abrían las puertas del patio anexo a la parroquia y se ponía en la calle la cruz parroquial, escoltada por dos ciriales, tras la que se abría un tramo de veinte parejas de hermanos de luz. Minutos mas tarde salía a las calles de Granada la imagen del Stmo. Cristo de la Buena Muerte portado por los hermanos costaleros de la cofradía bajo las ordenes del capataz José Román. Lo hacía con un acompañamiento muy significativo, la escolta de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios Gran Capitan de Granada.
El piadoso ejercicio del Santo Vía Crucis transcurrió por el Bulevar de la Constitución donde ni el ruido del tráfico pudo romper el clima de recogimiento y oración. La nota musical la puso la Capilla de la Banda y Unidad de Música Ángeles de Granada que con sus acordes ayudó a todos los presentes a disfrutar de este momento tan intenso.
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